Cuando me encerré, mi madrastra vino al rescate. Inicialmente, pensé que vendría solo llamar a un cerrajero, pero las cosas se calentaron, y terminamos acogedores en el sofá.
Me encontré en una situación bastante complicada, que requería el toque delicado de una madura.Ya ves, mi esposa se había ido de viaje de negocios, dejándome sola con los niños y una montaña de trabajo.Me estaba ahogando con trámites y luchando por cumplir con las exigencias de la paternidad.Justo cuando estaba a punto de rendirme al cansancio, apareció mi madrastra, con los ojos llenos de preocupación y disposición a ayudar.Siempre había sido una roca de apoyo, y esta vez no fue diferente.Ella se apoderó de los deberes del hogar con una sonrisa, su experiencia y conocimiento brillando a través.La forma en que manejaba a los niños, la forma en que cocinaba la cena, la manera en que arreglaba la casa, era como un soplo de aire fresco.Y a medida que avanzaba la noche, la tensión entre nosotros parecía engrosarse.Su presencia reconfortante se había transformado en algo más, una tentadora promesa de alivio de más de una maneras que una sola.
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