Engañado por mi hermanastro en un juego de roles médico, me vi seducido como paciente.Su manipulación encendió un deseo prohibido, lo que llevó a un encuentro caliente con su pareja.Las líneas de profesionalismo se difuminaron de la manera más erótica.
Como paciente en busca de ayuda en la clínica, sin saberlo caí presa del plan malvado de mi hermanastro.Él, posando como psicólogo, me manipuló a una posición comprometedora bajo la apariencia de terapia.Sin darme cuenta de sus motivos ocultos, me encontré en un encuentro caliente con él y otro paciente.La intensa pasión me dejó impactado y excitado, al tiempo que las líneas entre terapia y lujuria se difuminaban.La emoción de lo prohibido, la estimulante subida de secreto y el crudo y primario deseo que se desarrollaba en ese entorno médico dejaban una marca indeleble en mi psique.El recuerdo de ese fatídico encuentro en los lencerías de la clínica, una tentadora mezcla de deseo y culpa.Sin embargo, el atractivo de la fruta prohibida sigue siendo irresistible, un testamento para la irresistibles atracción del deseo.
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